Los periodos sensitivos son ciertos lapsos de tiempo en los que existen sensibilidades internas hacia algunos elementos que el niño encuentra en su ambiente. Estos lo guían y ayudan a desarrollar sus capacidades físicas, intelectuales y psicológicas con facilidad y perfección.
Uno de los periodos sensitivos más importantes es el que hace al niño sensible al orden externo. En dicho periodo podemos observar manifestaciones significativas de la necesidad y el aprecio que el niño tiene hacia este elemento. Para ello, es necesario que el adulto proporcione primeramente una rutina, pues es un factor básico que le brinda seguridad y le da la oportunidad de explorar el mundo que le rodea.
También es de vital importancia que el niño conozca y recuerde el lugar exacto de cada objeto, permitiéndole orientarse en el ambiente y a sentirse tranquilo y feliz. La naturaleza provee al niño de esta sensibilidad para desarrollar un orden mental interno y poder observar las relaciones entre los elementos que le rodean y así adquirir las bases esenciales del desarrollo de su inteligencia.
La Dra. Montessori explica:
Es necesario que el niño encuentre orden y estabilidad en su entorno, ya que su construcción la está realizando a partir de los elementos que le rodean.
La necesidad de los niños pequeños de moverse y usar su energía parece no tener límites, y podría decirse que así es. Desde el nacimiento hasta aproximadamente los seis años, los niños revelan un período sensible al movimiento. Durante el primer año, podemos observar los grandes esfuerzos que realizan cuando del movimiento de rodar pasan a sentarse, a gatear y después a mantenerse de pie. Utilizan sus manos de diferentes formas para explorar su entorno y tocar los objetos, perfeccionando los movimientos día a día. Durante los siguientes años, continúan refinando estos movimientos, mostrando mayor coordinación y control.
Es importante que los adultos les facilitemos espacios en donde se desenvuelvan y les demos la oportunidad para ejercitarse ya que de esta forma desarrollan grandes capacidades de concentración para realizar diferentes tareas.
La Dra. Montessori nos lleva a la reflexión cuando leemos la siguiente cita:
El verdadero carácter motor ligado a la inteligencia, es el movimiento de la mano al servicio del intelecto para ejecutar trabajos
En este otro post te proponemos una serie de ideas con las que ayudar al niño a desarrollar el movimiento.
Desde el nacimiento hasta los seis años, los niños están en el período sensible del lenguaje. Esta sensibilidad implica tres fases clave:
Para apoyar el desarrollo del lenguaje en el hogar, es importante introducir a tu hijo en un entorno rico en estimulación del lenguaje. Esto implica hablarle con un lenguaje claro, cantar y leer con él, y permitirle hablar sobre sus necesidades en lugar de anticiparlo.
Los sentidos son puntos de contacto con el ambiente, y la mente, al ejercitarse para observar los elementos que le rodean, adquiere el uso más refinado de estos órganos.
María Montessori
Desde los primeros años de vida, el ser humano obtiene las bases del desarrollo sensorial, incluso en investigaciones recientes se sugiere que ya durante la etapa prenatal se tienen percepciones sensoriales. Estas bases permiten que los niños pequeños perciban el ambiente de manera global, para después, con la maduración puedan diferenciar objetos y situaciones, y, por lo tanto, perfeccionar y enriquecer las habilidades adquiridas previamente.
Es en la etapa de los tres a los seis años cuando se observa gran fascinación y deseo por participar en experiencias de aprendizaje que integren los sentidos, proporcionando a los niños un medio para clasificar su entorno.
Para apoyar la sensibilidad sensorial, es importante brindarle a tu hijo oportunidades para agrupar objetos con rasgos similares, describir materiales con diferentes texturas, practicar juegos sensoriales, etc.
Podemos distinguir que nuestros hijos se encuentran en un periodo sensible específico cuando observamos un interés y/o atracción hacia alguna actividad o habilidad determinada, y es común observar que la repiten una y otra vez.
Reconocer estos periodos nos ayuda a comprender mejor los comportamientos que en ocasiones confundimos con “situaciones difíciles”, pues cuando no les permitimos a nuestros hijos ejercer sus períodos sensibles, suelen expresar frustración a través de berrinches ya que ellos tratan de cumplir con sus intereses y objetivos durante ese período.
Es importante permitir que dichos periodos se ejerzan ya que de esta manera los niños van desarrollando habilidades como el movimiento, lenguaje, el gusto por el orden y el refinamiento de los sentidos. Si pasa el tiempo de algún periodo sin desarrollar la habilidad, les tomará más tiempo hacerlo, requiriendo de mayor esfuerzo y menos gusto por llevarlo a cabo. Por ejemplo, al aprender un nuevo idioma será mucho más complicado cuando el periodo sensible del lenguaje ha pasado.